sábado, 25 de abril de 2009

MOTIVACIONES IRONMAN

Motivaciones para hacer un Ironman.
Carlos Peña ( cpena@asdeporte.com)


Nadar 3.8 km, rodar 180 km, correr 42.2 km, todo seguido y sin detener el cronómetro, es decir, participar en un ironman, implica necesariamente llevar a cabo una preparación cuidadosa, pero sobre todo muy demandante en términos de tiempo, dinero y esfuerzo, que también de manera inequívoca llevará a "sacrificar" una serie de actividades que de otra manera uno realizaría en los ámbitos familiar, social e incluso laboral, y que materialmente no es posible llevar a cabo porque los días finalmente tienen sólo 24 horas.


Un atleta ironman promedio que participa en categorías por edad (a nivel amateur) típicamente requiere de unas 15 a 20 horas de entrenamiento semanal, tiempo en el cual deberá incluir entre dos y cuatro entrenamientos de cada una de las tres disciplinas que integran la prueba. En una semana típica puede estar nadando un total de 10 km, rodando 250 km y corriendo 60 km. Además, debe incluir varias sesiones de estiramiento y flexibilidad y de entrenamiento con pesas que le permitan mejorar su fuerza, resistencia y eficiencia muscular, y que le eviten lesionarse. En adición, cuando las cargas del entrenamiento son más fuertes, nunca le viene mal un buen masaje deportivo que le permita acelerar la recuperación de la fatiga muscular y también prevenir lesiones.


El desgaste físico que genera un régimen como éste puede fácilmente conducir al atleta al síndrome de sobreentrenamiento, que se genera a partir de un exceso de trabajo sin la adecuada recuperación y que consiste en caer en un círculo vicioso en el que en vez de mejorar con el entrenamiento, el atleta empeora cada vez más. Una forma de prevenir esta situación es tratar de dormir lo más posible, lo cual nos lleva de nuevo al hecho de que entre las actividades a sacrificar no debería estar el sueño. Así es que no hay vuelta de hoja, una vez que te has inscrito a un ironman, si quieres tener éxito (como sea que lo definas, calificar al campeonato mundial de Hawai, mejorar tu marca personal o sencillamente terminar la prueba), inexorablemente tendrás que sacrificar otras actividades.


Sin duda, la "inversión" en el más amplio sentido del término que uno realiza para hacer el ironman es considerable, y frecuentemente me pregunto: ¿Por qué la gente está dispuesta a pagar el precio? ¿Qué es lo que la motiva a entrenar para un ironman? ¿Por qué el porcentaje de terminación de los ironman es normalmente superior al 90%? ¿Y por qué el de los mexicanos ironman es todavía más alto, de casi el 100%? Y tras haber hecho el primero, ¿cómo es posible que más del 40% lo hagan de nuevo? ¿Cuál es la experiencia que se vive? Finalmente, ¿qué es lo que mueve a la gente a hacer una prueba deportiva que de entrada se antoja desproporcionada, si no irracional?


Al menos en teoría, todos en algún momento deberíamos de poner en la balanza costos y beneficios y ver hacia qué lado se inclina. Pero realmente, ¿qué tan racional es esta decisión? ¿Hace en verdad la gente un juicio cuidadoso y frío de los pros y contras antes de inscribirse? Y finalmente ¿tales "beneficios" valen la pena, aún a costa de ver menos a mi familia, o de no salir ya con mis amigos que no son triatletas?


Si la decisión de participar en un ironman se basara únicamente en la utilización de criterios racionales, seguramente en la mayoría de los casos terminaríamos por abortar la idea. Sin embargo, la realidad dice otra cosa: las estadísticas indican que el número de participantes sigue creciendo año con año. Cada vez más gente se entusiasma con la idea de hacer un ironman. Cada vez cuesta más trabajo conseguir un lugar de inscripción. Cada año hay más eventos de esta distancia en todo el mundo. En México también hay cada día más adeptos: en los últimos siete años el número de participantes en ironman se ha multiplicado por 10. Este mismo año esperamos un crecimiento cercano al 50%. Un nicho de mercado "interesante", dirían algunos.


Así que al parecer, la decisión no está en el campo de lo racional sino más bien en el emotivo. Cualquier mercadólogo sabe que las decisiones de los consumidores para comprar un producto se basan principalmente en sus emociones. Y por supuesto, el ironman no es la excepción, sino al contrario, se trata de una decisión fundamentalmente emocional.


Cuando hablo con mis amigos ironman sobre qué es lo que los motiva, he encontrado que en realidad no hay una respuesta única, sino que las razones son tantas y tan variadas como el número mismo de atletas que se inscriben en una de estas pruebas. Es decir, cada quien tiene una motivación personal muy particular. Pero lo que tienen en común es justamente que siempre obedecen a aspectos emocionales. Y nadie puede vivir una experiencia grata en un ironman si no es porque sus motivaciones obedecen genuinamente a sus propios intereses.


Sin el rigor científico de un estudio psicológico, sino más bien basado en mi propia experiencia como competidor y en los comentarios que he escuchado de otros atletas, he intentado hacer una clasificación muy simple, tratando de agrupar bajo cierta lógica las razones por las que la gente entrena para un ironman, que a continuación enlisto:


1) Las sanas y centradas en uno mismo:

a. "Me gustan los retos, quiero probarme y ver si soy capaz de completar esta prueba." Es una forma de autorrealización.

b. "Quiero mejorar mi tiempo, ser más rápido, más fuerte, más resistente; calificar al campeonato mundial en Hawai." También es autorrealización.

c. "No es la prueba lo que más me importa, sino justamente el estilo de vida de un ironman y todo lo que ello implica: salud, buena condición física, actividad al aire libre, etc. El equilibrio entre la mente, el cuerpo y el espíritu."

d. "Disfruto del ejercicio, me siento bien y me gusta llevar mi cuerpo al límite. Cada día es un reto."

e. "Después del grave accidente / enfermedad que sufrí, con esta prueba estoy de nuevo de regreso y a mi 100%." Vuelvo a ser el de antes, o mejor.


2) Las centradas en uno con respecto a los demás, que pueden no ser tan sanas en algunos casos:

a. "Quiero demostrarle a todos los que me rodean que yo sí puedo."

b. "Quiero ganarles, vencerlos y demostrarles que soy mejor y que puedo más. Me gusta competir y ganar." Cuidado, porque quizás esta necesidad se derive de algún tipo de complejo de inferioridad del cual no estoy totalmente conciente.

c. "Necesito prestigio o reconocimiento, y sin duda una prueba tan difícil como ésta me lo va a dar." (aunque en realidad a la mayoría ni siquiera le importa)

d. "Quiero ser un ejemplo para mis hijos, familiares o amigos."

e. "Quiero contribuir a una causa altruista con mi participación."

f. "Quiero hacerlo en honor/recuerdo de un ser querido."


3) Las inconscientes, cuando la motivación real no es concientemente percibida y que pueden llegar a caer en lo patológico:

a. Hay un problema en mi vida que no quiero enfrentar y este deporte tan demandante es una excelente excusa para evadirlo. Un escape.

b. Es una forma de salir de una experiencia fallida en otro aspecto de mi vida personal.


Estos son sólo algunos ejemplos de motivaciones para entrenar. Sin embargo, también es interesante hablar de lo que sucede al final, una vez que has terminado la prueba. La gran mayoría afirma que nunca cambiarían la satisfacción que les generó cruzar la meta del ironman por ahorrarse las horas y kilómetros de entrenamientos que los llevaron hasta ahí. Esta afirmación la escuchamos una y otra vez entre ellos, independientemente de la motivación, siempre que sea genuina. Y es justamente eso, la satisfacción va en directa proporción al sacrificio que te llevó hasta ese punto. Es ahí donde la balanza entra en automático, y algunos en ese preciso instante no pueden contener las lágrimas de la emoción.

1 comentario:

Ultra Frankie Val dijo...

Muy buena nota.le estare siguiendo en sus comentarios.